sábado, 6 de noviembre de 2010

La vida es impredecible


Y si, la vida es impredecible, a veces trabajamos mucho tiempo para lograr una meta y estamos ahí, en la puerta de disfrutar lo hecho, nos parece increíble después de tanto trabajo, tantas horas corriendo y dejando de lado cosas, que también son importantes, pero nos decimos que vale la pena, les pedimos a nuestros hijos que entiendan porque "dentro de poco vamos a disfrutar". En mi caso planeamos los arreglos de la casa tantas veces postergados, nos peleamos por el color de las paredes o por las cerámicas del baño nuevo, disfrutamos con antelación unas largas vacaciones por primera vez en mucho tiempo. Sólo faltaban metros y ahí estaba la línea de llagada y más allá el podio para recibir la copa. Llegar, por fín, llegar. Quién se iba a imaginar que en un minuto, una hora, un día, todo se esfumó. La causa fue dolorosa, sería muy miserable de mi parte comparar la tristeza y conmoción de un pueblo por la muerte de Néstor K. con la suspensión de mi evento. Cómo se dieron cuenta por mi blog yo fui parte de ese dolor. Pero estoy también vacía porque este gran proyecto tuvo que suspenderse a horas de la inauguración. Oradores que consideraron inapropiado viajar para su disertación habiendo un país de luto, y nosotras mismas, no nos sentíamos dispuestas a celebrar con música, baile y arte el liderazgo femenino con una muestra presentada por el Museo Evita y el Museo de la Mujer, cuando nuestra presidenta estaba velando a su compañero de vida. ¿Decir que fallé? no puedo, aunque me siento un poco así. Sólo me resta, como tantas otras veces, salir de la frustración, apretar los dientes, cerrar los puños y enfrentar las deudas que esto me dejó. ¿Volverlo a hacer?, supongo que sí, pero mucho más cansada y sin las mismas ganas que antes, porque ahora la meta es otra, hacerlo para recuperar lo perdido y cumplir con todas las personas que me apoyaron con dinero y compañía confiando en mis capacidades de llevar adelante este proyecto junto a mis socias, que se sienten igual que yo. ¿Que me queda? la ternura con que mis amigos me llaman todos los días para preguntarme cómo estoy, los que me mandan mails a diario para darme fuerzas, los que, sin conocerme, pero conociendo el proyecto me ofrecen su apoyo, con los proveedores que me estiran los pagos para darme una mano. Con eso me quedo que no es poco.

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