domingo, 5 de julio de 2009

LA PESTE



Me mandaron este cuento y me pareció bueno.
Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste
y le preguntó adónde iba:
- A Bagdad - le contestó ésta - a matar cinco mil personas.
Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la Peste que regresaba de su viaje la interpeló indignado:
- ¡Me dijiste que ibas a matar a cinco mil personas, y mataste a cincuenta mil!
- No - respondió la Peste.
- Yo sólo maté a cinco mil, el resto se murió de miedo.

EL CARAMELO DE LA SEÑORITA BATISTA



¿No han tenido nunca el recuerdo de una situación a la que le gustaría volver y arreglar algo, no se, decir una fase que cambie el final de lo que pasó?, yo tengo varias. Hay una en especial que vuelve cada tanto. Cuando era niña, vivía en el campo y empecé a ir al colegio mas tarde, los primeros años lo hice con una maestra que llegaba los lunes y los viernes regresaba a su casa. A los nueve o diez años dejamos el campo y empecé en una escuela de verdad. Era una escuelita Rural. Ahí por primera vez, tuve compañeros, usaba guardapolvo blanco y lo que más me molestaba zapatos!!!, estaba acostumbrada a las zapatillas en invierno y pies al viento en verano. Uno de mis compañeros era más grande que la mayoría de nosotros, andaba solo y callado, tenía manos enormes, sucias, agrietadas y se comía las uñas hasta hacerlas desaparecer, su banco estaba dos filas a la izquierda del mío, no tenía a nadie sentado al lado de él y cada vez que yo levantaba la vista, no se porqué, me quedaba mirándolo. Sus ademanes eran torpes, todo lo que hacía lo hacía con rudeza, tomaba el lápiz casi sin punta, como si fuera un garrote, recuerdo que borraba con unas pelotitas de miga de pan y terminaba haciendo un agujero en la hoja. La maestra se llamaba “Señorita Batista”en ese entonces la sentía una ídola total. En la escuela tenían especial aversión por Patricio, que ese era el nombre de mi compañero, recuerdo muchas veces a la directora retandolo porque estaba sucio, al pobre lo retaba los gritos y delante de todos. El sólo bajaba la vista avergonzado, mi comportamiento era de observación, no me parecía tan sucio, ni tan malo, ni tan feo como decían mis compañeros, yo no participaba en los comentarios pero permanecía callada. Un día, al volver de un recreo, la Señorita Batista nos hizo sentar a todos y parada al frente nos tiró esta frase, “antes del recreo había sobre mi escritorio un caramelo y ahora no está, ¿quién se lo llevó”? Nos miramos asombrados. “Hasta que no aparezca el culpable no nos vamos a ir”,-dijo ella y nosotros entramos en pánico, ya nos veíamos durmiendo durante los próximos meses en la escuela. La clase siguió y cuando se hizo hora de la salida nos dio como tarea pensar para que al día siguiente, al comienzo de clase, dijéramos quien era el culpable. Al otro día antes de comenzar, la Señorita Batista parada otra vez en el frente nos dijo: “Ya se quien fue el que se robo el caramelo, fue Patricio”. Miré a Patricio, su cara se puso roja, los ojos se le llenaron de lágrimas pero no lloró, sólo apretó los dientes lo que hizo que su rostro tibiera una rigidez que no me olvido y dijo “yo no fui señorita”, repitió eso tres veces más; “yo no fui señorita”. Yo creí en Patricio, creí en él. No se porqué, pero tuve la seguridad de que no había sido. Pero no lo dije. Nunca le dije que sabía que no era el ladrón del caramelo de la Señorita Batista, la que se llamaba igual que el dictador cubano. A los pocos meses mi mamá hizo las valijas y partimos hacia otros sitios y me llevé conmigo la cara de Patricio diciendo “yo no fui señorita”, esa maestra ya no era mi ídola de bondad y ternura, si no un ser al que detesté y detesto todavía, a medida que pasaron los años fui reviendo ese hecho desde distintos lugares, según donde iba estando parada en la vida y siempre terminé sintiendo lo mismo, impotencia, bronca y vergüenza, la misma que debe haber sentido Patricio ese día. Me gustaría alguna vez encontrarme con Patricio y decirle que yo se que el no roboó el caramelo, es más, dudo que existiera un caramelo en el escritorio de la Señorita Batista, poder volver atrás y empujarme a mí misma a decir frente a todos. “Él no fue, yo se que él no fue”.

miércoles, 1 de julio de 2009

STOP DENEGADO















Anna es una amiga que conocí a través del Blog, “STOP DENEGADO”. Cuando leo lo que escribe me parece increíble, es tan lúcida, tan creativa y sensible en trasmitir lo que siente y piensa. Hay algunas entradas que me hicieron repensar muchas cosas, me pasa eso que me pasa cuando leo algo que realmente me sacude, me quedo pegada a las palabras y aunque cierre el libro o la computadora me siguen golpeando en la cabeza durante mucho tiempo. Una de ellas es “Olor del pasado”, otra “Los cimientos”, otra “Esperando”, todo lo escrito allí me conmovió enormemente, fue tan claro lo que leía que pude imaginarme a esta amiga bloguera recorriendo su casa, yendo a hacer las compras, llegando al final del día para tomarse un descanso en su casa, la veía sentada en su dormitorio fumándose un cigarrillo, no se si esas son las cosas que haces habitualmente, pero te imaginé de esa manera. O sea Anna que he podido “espiarte” a través de tu blog. También se que para vos hay momentos no tan buenos, pero el saber que la banda cruza el mar por el espacio cibernético ayuda, por acá hay alguien que te admira profundamente y que aprendió gracias al blog que uno puede conectar diariamente con una amiga vía ese espacio. Tenés muchísimo talento, muchas veces leyendo tu blog mi día cambió, ¿por qué? Porque el que alguien con esas capacidades me considere su amiga es un lujo que pocas podemos darnos y eso me da alegría. Un beso muy grande a través del mar, y ojalá logre cambiar en algo también tus días no tan buenos.

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