miércoles, 20 de enero de 2010

Los hijos según pasan los años






Hoy leí la entrada de Ximena en su blog : Vamos Viendo. Su entrada se llama “agotadoras satisfacciones”, y habla de los hijos chiquitos y me dieron ganas de escribir sobre mi experiencia de ser madre.
Ya tengo hijos grandes pero sigo recordando las noches sin dormir las toses, otitis, y también las semanas de lluvias ininterrumpidas en las que agotaba todas las posibilidades para tenerlos entretenidos, me acuerdo una vez en que llovió durante casi todo febrero y no podía llevarlos a la plaza, todas las mañanas se levantaban e iban a buscar sus palitas y baldes para el arenero y todo se transformaba en llantos cuando, al borde de un ataque de nervios, les explicaba que no podíamos salir por la lluvia, una mañana, con mi paciencia colapsada, fui a la panadería y encargué 7 Kilos de pan rayado y armé un arenero dentro de la piletita inflable, me pasé días patinando sobre pan rayado. Los hijos chicos agotan, consumen nuestra paciencia, nos ponemos intolerantes y nos desesperamos, claro que también nos colman de amor y aparecen sentimientos nuevos que antes no conocíamos, los hijos reparan sufrimientos, sanan heridas en nuestros corazones y sentimos que han estado ahí siempre porque no recordamos la vida sin ellos. Cuando crecen y llega el tiempo en que ya no nos necesitan tanto, hay que reacomodar espacios, horarios, empezar el camino inverso, volver a ocuparnos de nosotras mismas. Pero lamento decirles a las mamás jóvenes que nunca dejamos atrás la primer etapa, a mi me pasa, cuando recuerdo situaciones me pregunto sino tendría que haberlas resuelto de manera distinta, cuando hablo con mis amigas me doy cuenta que a todas nos pasa lo mismo y terminamos diciéndonos que igual pasaremos por las críticas y los reclamos de los niños crecidos, que hagamos lo que hagamos siempre nos sentiremos un poco culposas por algunas fallas y ellos nos las recordarán siempre, cuando son chiquitos nos retienen, cuando son grandes nos empujan hacia afuera y llega el tiempo en que nos facturas y es ahí donde, no puedo negarlo, me digo muchas veces ante sus cuestionamientos:
“No si yo tendría que haberme ocupado más de mi, de mis cosas, no se para que corrí tanto, ¿para qué? Si son unos desagradecidos etc. etc. etc.” pero cuando veo viejas fotos y nuevamente me encuentro con sus sonrisas de asombro ante el mundo que comenzaban a descubrir, se que hay una sola cosa en la que no me equivoqué y nunca me cuestionarán, es que pese a todo, ellos y yo aprendimos a vivir con un inmenso amor cotidiano y en la construcción de ese amor es que las mamás corremos y nos agotamos tanto.

6 comentarios:

LORDS de Ecuador dijo...

no te olvides que los papas tambien...yo trato de disfrutar cada etapa de la vida de mis hijos...y aprendi a valorarlo mas cuando casi cercade 4 meses que duro la tormenta matrimonial en mi hogar no tenia tiempo para ellos...

ahora feliz disfrutando cada minuto...se que cuando crezcan sera diferente pero ahi que resignarse...

Mariluz GH dijo...

Por eso y mucho más que no dices admiro a todas las madres :)

abrazos amiga

Charo dijo...

Qué lindo post!

anna dijo...

Aunque mi experiencia no sea buena -como hija digo- no dejo de adminar muchas veces a la "madres", porque se que es un trabajo duro, muy duro, y seguramente con muy pocas recompensas.!!

Besos corazon, pasa un bonito dia.

Lolami dijo...

Y que razón tienes, yo estoy ahora en la etapa adolescente de mi hija, en esa que ni me entiende ni la entiendo, pero que con amor todas las etapas se lleva bien.

Muy buen post.
Buen fin de semana, un abrazo.

Evohé Mar dijo...

que bonita entrada...y que real ... yo soy doble-madre y te entiendo perfectamente ..quiero decirte algo más .. darte la gracias por tu aliento y tu cariño en mi blog .. gracias por compartir mi dolor y darme tanto cariño .. un beso acompañado de un fortisimo abrazo ..


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